ÉPOCA COLONIAL.

     La amalgama cultural surgida de la conquista y colonización de América por los europeos, representa, sin duda, uno de los principales hiatos históricos de la historia universal. Ambos mundos cambiaron definitivamente su status después de haberse llevado a cabo la relación entre ellos. Las partes se enriquecieron en algunos aspectos, pero también tuvieron que pagar un precio muy grande en otros. Entre los negativos, encontramos la propagación de enfermedades desconocidas en uno y otro lado del océano, así como la extensión de la ambición por posesiones de bienes de todo tipo, incluyendo la esclavitud. Por el lado positivo, la ciencia de ambos mundos se enriqueció al encontrarse las aportaciones europeas y americanas con nuevas concepciones y distintos pensamientos.

     Son numerosos las notas y los comentarios de sorpresa, y en ocasiones de admiración, expresados por los conquistadores, frente a los logros alcanzados por los pueblos americanos. Los sorprendieron la magnitud de sus ciudades, con calles, puentes, edificios, y otras obras más, que rivalizaban con las suyas, así como también les fueron admirables los alcances de la medicina herbolaria, el aprovechamiento de muchos productos animales, la destreza en el manejo de minerales, etc. Por otra parte, a los indígenas les sorprendieron las armas de fuego, la brújula, los animales domesticados traídos por los extranjeros, etc.

     Los hombres cultos que llegaron con los invasores fueron el contrapeso a los afanes de ambición de la mayoría, y la sola labor de unos pocos religiosos, entre los que se levantan predominantemente las figuras de fray Bartolomé de las Casas y fray Bernardino de Sahagún, hace menos lastimera la transición histórica de la conquista. Los hombres cultos indígenas pronto aprendieron a convivir con los europeos y, aprovechando los signos positivos de la nueva cultura, desarrollan sus saberes mediante las nuevas herramientas proporcionadas por aquellos.  

     En el largo período colonial, Tabasco estuvo prácticamente olvidado, por las administraciones y virreyes, posiblemente debido a que este territorio no ofrecía los beneficios de los metales preciosos que se obtenían en el centro y norte del país, pero también porque el territorio tenía fama de insalubre, pantanoso e improductivo. No hay que olvidar que el propio Hernán Cortés, en su viaje a las Hibueras, había experimentado las vicisitudes del ambiente tabasqueño y ello probablemente fuese un recuerdo amargo que se transmitió entre las siguientes generaciones de colonizadores. De todas formas, el territorio del actual Tabasco sirvió a los colonizadores como zona de encomiendas y área de crianza de ganado vacuno para unos cuantos, aunque la numerosa población indígena que pudo haber sido tributaria fue mermando considerablemente con el tiempo, como consecuencia de las reubicaciones, las enfermedades y la represión española. En el aspecto cultural, sólo de vez en vez aparece Tabasco mencionado en el escenario general de la Nueva España, como fue el caso de las Relaciones Geográficas de 1579 de Melchor Alfaro y Santa Cruz.  Por otra parte, marginalmente se incluyó a Tabasco en empresas científicas coloniales reales, como fue el caso de la Real Expedición Botánica de 1787-1803 y la Real Expedición de la Vacuna.